jueves, 31 de mayo de 2012

LAS GRANDES DEGRADACIONES


[Un filósofo] afirmó que conocía el secreto… Examinó a los dos extranjeros celestiales de la cabeza a los pies y les espetó en plena cara que sus personas, sus mundos, sus soles y sus estrellas fueron creados únicamente para el uso de los hombres. Ante tal afirmación, nuestros dos viajeros se dejaron caer uno contra otro, tomados por un ataque de… risa incontrolable.
VOLTAIRE, Micromegas. Una historia filosófica (1752).

[…]

En el prefacio del libro donde comparaba ambas hipótesis –la de la Tierra en el centro del Universo y la que atribuye ese lugar al Sol-, Galileo escribe:

Los fenómenos celestes serán analizados reforzando la hipótesis copernicana, hasta que quede claro que ésta debe triunfar de forma absoluta.

Y más adelante, en su libro, confiesa:

Nunca podré admirarlos lo suficiente [a Copérnico y sus seguidores]; mediante pura fuerza del intelecto riñeron hasta tal punto con su sentido común como para preferir lo que les dictaba la razón a lo que la experiencia responsable les mostraba claramente.

En el auto de acusación de Galileo, la Iglesia declaró:

La doctrina de que la Tierra no se halla en el centro del universo ni está inmóvil sino que gira, incluso en una rotación diaria, es absurda; es falsa desde el punto de vista sicológico y teológico y constituye, cuando menos, una ofensa a la fe.

Galileo respondió:
  
Se condena la doctrina que postula que la Tierra se mueve y el Sol está fijo, porque las Escrituras mencionan en muchos pasajes que el Sol se mueve y que la Tierra permanece fija... Afirman los piadosos que las Escrituras no pueden mentir. Pero nadie negará que con frecuencia son abstrusas y su verdadero significado difícil de comprender; su importancia va más allá de las meras palabras. Opino que, en la discusión de los problemas naturales, no deberíamos empezar por las Escrituras, son por los experimentos y las demostraciones.

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