Es cierto que josué, viendo que el sol declinaba y que las bajas sombras de la noche protegerían lo que aún quedaba del ejército amorreo, levantó los brazos
al cielo, ya preparada la frase para la posteridad, pero en ese instante oyó una voz que le susurraba al
oído, Silencio, no hables, no digas
nada, reúnete conmigo a solas, sin
testigos, en la tienda del arca de la alianza, porque tenemos que
conversar. Obediente, Josué entregó la
dirección de las operaciones a su sustituto en la cadena jerárquica de mando y
se dirigió rápidamente al lugar del
encuentro. Se sentó en un taburete y dijo, Aquí estoy, señor, hazme saber tu
voluntad, Supongo que la idea que te
nació en la cabeza, dijo el señor que estaba
en el arca, era pedirme que parase el sol, Así es, señor, para que ningún amorreo escape, No puedo hacer lo que me pides. Un súbito pasmo le hizo a
Josué abrir la boca, Que no puedes
hacer que el sol se detenga, y la
voz le temblaba porque creía estar profiriendo, él mismo, una horrible herejía, No puedo hacer parar el sol porque parado ya está, siempre
lo ha estado, desde que lo dejé en
aquel lugar, Tú eres el señor, tú no
puedes equivocarte, pero no es eso lo que mis ojos ven, el sol nace en
aquel lado, viaja todo el día por el cielo
y desaparece en el lado opuesto, hasta regresar
a la mañana siguiente, Algo se mueve realmente, pero no es el sol, es la tierra, La tierra está parada, señor, dijo Josué con voz tensa,
desesperada, No, hombre, tus ojos te engañan, la tierra se mueve, da vueltas sobre sí misma y va girando por el
espacio alrededor del sol, Entonces,
si es así, manda parar a la tierra,
que sea el sol el que se pare o que se pare la tierra, a mí me es indiferente siempre que pueda liquidar a los amorreos, Si yo hiciese parar la tierra,
no se acabarían sólo los amorreos, se acabaría
el mundo, se acabaría la humanidad,
se acabaría todo, todos los seres y
cosas que aquí se encuentran, incluso muchos árboles, a pesar de las raíces que los prenden a la tierra, todo sería lanzado como una piedra cuando la sueltas de la honda, Pensaba que el funcionamiento de la máquina del mundo dependía nada más que de tu voluntad, señor, Ya la ejerzo demasiado, y
otros en mi nombre, por eso hay
tanto disgusto, gente que me ha dado la espalda, algunos que llegan hasta el punto
de negar mi existencia, Castígalos, Están fuera de
mi ley, fuera de mi alcance, no los puedo
tocar, es que la vida de un dios no
es tan fácil como creéis, un dios no es
señor de ese permanente quiero, puedo y mando que se supone, no siempre se
puede ir en línea recta hasta
conseguir los fines, hay que dar rodeos, es verdad que puse una señal en la cabeza de caín, nunca lo
has visto, no sabes quién es, pero lo
que no se entiende es que no tenga
poder suficiente para impedirle que vaya
a donde su voluntad lo lleve y haga lo
que entienda, Y nosotros, aquí,
preguntó josué, con la idea siempre puesta
en los amorreos, Harás lo que habías pensado, no te voy a robar la
gloria de dirigirte directamente a dios, Y
tú, señor, Yo limpiaré el cielo de las nubes que en este momento lo cubren, eso se puede hacer sin ninguna
dificultad, pero la batalla tendrás que ganarla
tú, Si tú nos das ánimo estará terminada antes de que el sol se ponga, Haré lo posible, ya que lo
imposible no se puede. Tomando
estas palabras como despedida,
josué se levantó del taburete, pero el señor le dijo todavía, No le contarás a nadie lo que aquí ha sido tratado entre nosotros, la historia que se repetirá
en el futuro tendrá que ser la
nuestra y no otra, josué pidiéndole
al señor que detenga el sol y él haciéndolo así, nada más, Mi boca no se abrirá
salvo para confirmarla, señor, Vete
y acaba con esos amorreos. Josué volvió
al ejército, subió a una colina y levantó otra vez los brazos, Oh, señor, gritó, oh, dios del cielo,
del mundo y de israel, te ruego que
suspendas el movimiento del sol
hacia el ocaso a fin de que tu voluntad pueda ser cumplida sin obstáculos, dame una hora más de luz, una hora sólo, no vaya a suceder que
los amorreos se escondan como cobardes
que son y tus soldados no logren
encontrarlos en la oscuridad para ejecutar
en ellos tu justicia, quitándoles la vida.
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