domingo, 15 de mayo de 2011

AGOSTO


12 DE AGOSTO
“¡Oh hombres, cómo sois!”, exclamé yo. “¿Por qué fatalidad no podéis hablar de una cosa cualquiera sin pronunciar en seguida las palabras: Eso es una locura, eso es juicioso, eso es bueno, eso es malo? ¿Qué significa todo ello? ¿Conocéis al por menor todos los detalles de la acción que juzgáis? ¿Habéis escudriñado, seguido en su desarrollo, los motivos que la originaron? ¡Ah!, si lo hubiera hecho, no pronunciaríais con tanta precipitación vuestros juicios.”

18 DE AGOSTO
¿Por qué fatalidad aquello precisamente  en que reside la felicidad del hombre es tan a menudo el origen y la causa de su infortunio?

Este sentimiento tan delicado y ardiente, que llenaba mi corazón a la vista de la naturaleza animada; esta exquisita sensibilidad, que era para mí un manantial de delicias, que hacía brotar un paraíso a cada paso que daba, se ha vuelto actualmente un tormento insoportable, un genio maléfico y cruel que me persigue en todas partes.

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