No quiero
exagerar: leer cuentos y novelas no nos hace por fuerza mejores personas, pero
estoy convencido de que quien no lee cuentos y novelas –y quien no persigue las
distintas variedades de la ficción- tiene menos posibilidades de comprender el
mundo, de comprender a los demás y de comprenderse a sí mismo. Leer ficciones
complejas, habitadas por personajes profundos y contradictorios, como tú y como
yo, como cada uno de nosotros, impregnadas de emoción y desconcierto,
imprevisibles y desafiantes, se convierte en una de las mejores formas de
aprender a ser humano. […] La literatura no sirve para entretenernos ni para
embelesarnos. La literatura nos hace humanos.
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