martes, 24 de abril de 2012

ADÁN Y EVA

De hecho, sólo acabaría apareciendo mucho más tarde, en una fecha de la que no quedó registro, para expulsar a la infeliz pareja del jardín del edén por el crimen nefando de haber comido del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Este episodio, que dio origen a la primera definición de un hasta entonces ignorado pecado original, nunca ha quedado bien explicado. En primer lugar, porque incluso la inteligencia más rudimentaria no tendría ninguna dificultad en comprender que estar informado siempre es preferible a desconocer, sobre todo en materias tan delicadas como son estas del bien y del mal, en las que uno se arriesga, sin darse cuenta, a la condenación eterna en un infierno que entonces todavía por inventar. En segundo lugar, clama a los cielos la imprevisión del señor, ya que, si realmente no quería que le comiesen de tal fruto, fácil remedio tendría la cosa, habría bastado con no plantar el árbol, o con haberle puesto en otro sitio, o con rodearlo de una cerca de alambre de espino.

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