lunes, 25 de marzo de 2013

CLEMENCIA



11. LOS DOS AMIGOS

Prosiguiendo mi carrera de galanteos, habría llegado a poseer acaso a todas las mujeres que hubiera deseado; pero en primer lugar tengo miedo al hastío, y luego, un don Juan… ¿qué es un don Juan? Un reyezuelo de salón, una potencia de retrete que se eclipsa delante de un guerrero afortunado, delante de un millonario bestia, y aun muchas veces delante de un hombre de talento, que es mucho decir. Un don Juan tiene que ocultar en el misterio la satisfacción de su dicha, y cuando la hace pública, se limita a recibir incienso de una pequeña corte de aduladores vulgares, que son al gran libertino lo que los lebreles son al cazador; es decir, que sólo lamen la mano para obtener los restos de la presa. ¡Eso es fastidioso…! Yo quiero algo más que semejantes goles mezquinos… Pero, chico, nos engolfamos en una conversación estrafalaria, y noto que estoy impertinentemente comunicativo.


19. EL PORVENIR

No hacía sino pocas horas que le había revelado el estado de su alma, y ya le parecía que habían transcurrido años de pasión y de ternura. Los amantes no miden la vida del alma por el tiempo.


20. CONFIDENCIAS

…nada engaña más que el corazón enamorado… por eso es preciso dejar que hable un poquito la cabeza.

[…]

El corazón no debe darse sino como precio de un amor probado mil veces. El que resiste a estas pruebas y sale airoso de ellas, ese es el merecedor de nuestro cariño. Pero amar en tan breves instantes, es jugarse la vida.

[…]

Yo busco en el escogido de mi corazón, la fuerza, la energía, la inteligencia y la elevación de sentimientos.


36. LA FATALIDAD

Yo no sé si en buena filosofía estará admitir a la influencia de la fatalidad, yo ignoro esas cosas; pero el hecho es que, sin haber hecho nada que me hubiese acarreado el castigo del cielo, que sintiéndome con un alma inclinada a todo lo noble y bueno, he sido muy infeliz y he visto cernirse siempre la tempestad de la desgracia sobre mi humilde cabaña, al mismo tiempo que he visto brillar el cielo con todas sus pompas sobre el palacio del malvado, que se levantaba frente a mí, insolente en medio de su fortuna.

[…]

Cuando uno sacrifica un sentimiento noble como el de la amistad, a las preocupaciones, no merece tener amigos. Yo fui leal.

[…]

He leído dos; y como un desgraciado busca siempre en lo que lee los pensamientos que están en consonancia con sus penas y sus propias ideas, he copiado en ese papel esos dos; guarde usted ese papel en su cartera, y cuando le vea, recuérdeme. Me es grato pensar que usted me recordará. La memoria de un alma compasiva es la más santa de las tumbas.

miércoles, 20 de marzo de 2013

SONATA A KREUTZER



Desde aquel momento, la relación limpia hacia la mujer ya no existía para mí y no podía existir. Me convertí en lo que llaman un depravado. Y cuando te conviertes en un depravado, adquieres una condición física parecida a la del borracho, fumador o drogadicto. Así como el drogadicto, el bebedor o el fumador ya no es una persona normal, la persona que anda con varias mujeres buscando sólo el placer ya no es una persona normal, sino una persona deteriorada para siempre. Así como al bebedor o al drogadicto se le puede conocer por su cara, por sus modales, así mismo ocurre con el depravado sexual. Éste puede contenerse, luchar contra sí mismo, pero la relación limpia, simple y clara hacia la mujer ya no existirá jamás. Se puede reconocer a un depravado por la forma en la que mira a una mujer joven: yo me convertí en un depravado, adquirí esa naturaleza, y ese hecho me destruyó.
 
[…]
Resulta admirable la falacia tan grande existente en el hecho de pensar que lo bonito es bueno. La mujer bonita dice tonterías y al escucharlas no ves las tonterías sino una gran inteligencia. Si ella dice groserías, tú sólo ves algo fascinante. Y si ella no dice tonterías, ni hace barbaridades, entonces te das cuenta de que es una maravilla en lo tocante a la inteligencia y la mora.

[…]

En todas las novelas se describen los sentimientos de los héroes hasta el más mínimo detalle: las lagunas, los parajes que frecuentaban; pero al describir su amor hacia alguna mujer, no se detalla nada de lo que este héroe ha hecho con anterioridad: no se dice una palabra de las casas que frecuentaba, de las doncellas, de las cocineras, de las mujeres ajenas. Si existen esas novelas inapropiadas, no las dejan caer en las manos de las jovencitas. Al principio engañan a las chicas diciendo que este tipo de libertinaje, que llena la mitad de la vida de nuestras ciudades e incluso de nuestro pueblo, no existen en absoluto.